El nombre les viene como anillo
al dedo, y nunca mejor dicho, pues se supone que, pese a la antigüedad de estos
seres de la tradición escandinava, la inspiración de quien les calzó el
apelativo tuvo que alimentarse de la magna obra literaria de Tolkien. Tanto en
las páginas de la novela como en sus adaptaciones al cine, aparecen como
personajes malvados y estúpidos, además de violentos y feos, muy feos. Feo,
violento, estúpido y malvado es lo que suelen vomitar desde el anonimato de sus
perfiles en los foros de las publicaciones digitales. La permisividad de los
directores de estos medios, la ausencia de barreras morales, además, han
acabado con el fino arte de las “Cartas al director”, sección favorita de muchos
lectores habituales de prensa, en la que los responsables de la sección
editorial del diario o revista solían escoger las epístolas en las que se
conjuntaba el buen juicio, el espíritu crítico (que no destructivo, amenazante
y mal encarado) y la elegancia, dada por supuesta una correcta redacción.
Seguir leyendo en El Correo de Andalucía.
Un trol es un indeseable, a la
par que un cobarde que desde la soledad de quien carece de habilidades
sociales, de facultades básicas de convivencia, aprovecha la ventana abierta digital
para despreciar, insultar, amenazar, calumniar, difamar y acusar gravemente y
sin motivos a quienes firman un artículo, una noticia, un reportaje, así como a
los protagonistas de dicho artículo, noticia o reportaje. No olvidemos que el
periodismo es también un ejercicio de educación, y no sólo en el manejo del
lenguaje, en la transmisión de la verdad o de un justo análisis crítico, sino
también en el de la sana perspicacia de sus lectores. Por tanto, la falta de
control en la publicación de las opiniones de los lectores enturbia su misión,
prostituye su razón de ser.
0 comentarios:
Publicar un comentario