29 sept 2012

Bastaba mirarle la cara
Mirársela despacio, de arriba abajo, hasta caerse de la silla. Porque el niño era feo como un susto; pero feo hasta decir basta, que un niño así de feo podía ser cualquier cosa menos flamenco, que de imaginarlo pinturero hasta entraba la risa. Menos flamenco y menos torero, que para vestir canutillos y alamares de lentejuelas uno tiene que tener porte y garbo, parecer un pincel, un angelote mismo de Murillo, lucir una carita como para ilustrar las cajas de lujo de los mantecados, como el mismo niño de la señá Grabiela, ese sí que sí, el más pequeño de todos, Joselito le dicen, ozú, con su caracolillo en la frente y todo, que cada vez que sale a jugar al toro, la calle es un revuelo de ...Seguir leyendo en pdf
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