7 nov 2008

Mucho se ha hablado de la conveniencia o no de que la Reina opine sobre asuntos que gravitan sobre la conciencia de los españoles. Y sigue sorprendiendo la naturalidad con la que imbrica las distintas respuestas en el análisis de la situación moral del país. Podría haberse dolido con la quema de sus retratos, pero hace de la afrenta una anécdota sin mucho interés, decantando sus preocupaciones al futuro de sus nietos, que están creciendo –como mis hijos- en un ambiente enrarecido por el culto al hedonismo y la desconsideración hacia la vida de los más débiles.

Es cierto que no le habíamos dado otro papel que el meramente ornamental, por lo que sus palabras tienen un delicioso componente de sorpresa. Resulta que ese dignísimo “florero” piensa con autonomía y sentido común.Pero de lo que no se ha hablado tanto es de la oportunidad de la entrevistadora, la periodista que ha logrado que la Reina proclame semejantes declaraciones, por mucho que el comunicado de la real Casa haya tratado de enturbiar la verdad. Puede que la sagacidad de la Urbano para conseguir una exclusiva que para sí quisiéramos cualquier plumilla, sea la auténtica causa de tanto comentario resentido. Es ella la única que ha logrado colarse en la intimidad antes vedada de la conciencia de doña Sofía, la única que se ha atrevido a plantearle aquellos problemas que afectan de forma radical a la salud de nuestra sociedad.Entiendo que Pilar Urbano no caiga bien a aquellos que se quedan en la crónica almibarada o a esos otros que hacen del rumor la base de sus crónicas reales. Entiendo que les soliviante la libertad con la que esta mujer entra y sale de la boca del lobo con las confesiones de quienes ven en su independencia una garantía. Es una mujer pequeña y de manos retorcidas. Sí. Y pertenece al Opus Dei. Sí. ¿Significa que las mujeres pequeñas, de manos retorcidas y miembros de la Prelatura no pueden hacer periodismo? Por lo visto, eso es lo que piensan algunos. ¿No será que son ellos los que sueñan con sentarse frente a la Reina para sonsacarle los vericuetos de su intimidad? Me da la impresión de que la Reina no fía un lugar en su salón a quien le va a preguntar con malicia venenosa sobre las razones de la separación de su hija o a quienes se van a deshacer en mieles sobre lo guapos que le salen los nietitos. Ella prefiere a la Urbano porque le ofrece la seguridad no sólo de que reproducirá con fidelidad sus palabras, sino de que la entrevista dibujará el retrato más veraz y conveniente sobre la mujer, la Reina y la institución.
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