Que se va, se va...
Dice la rumbita gaditana acerca de
un vapor que vivió para cruzar la
bahía, desde la dársena del Puerto
de Santa María al fondeadero de la
señorial Tacita de Plata. Al avanzar
cansino que mereció el toque de guitarras y palmeros, lo acompañaba el vuelo desdeñoso de las gaviotas, que venteaban el rizo de las embarcaciones
en busca de los lomos nacarados de los peces.
Los veraneantes se daban el gusto de auparse a
su bamboleante y cansado navegar, mientras que
eran otros –pescadores, estibadores, matarifes de
las lonjas, empleadas del hogar...– los que habían
hecho del vaporcito costumbre necesaria de una
vida que pasa lenta, como los globos negros que
el paquebote exhalaba en su cansancio. Seguir leyendo en pdf