Tintín se partía el bazo
con Tchang.
Tchang –¿recuerdan?–, es el niño
chino al que el globetrotter belga
salva de la furia de una riada. Después de anudarle al cauce la vida,
Tintín permite que le narre su agridulce desventura: lo ha perdido todo, pero ha
ganado un amigo.Lloran ante la ausencia definitiva de sus padres, a los que se tragó la corriente, aunque enseguida comienzan las chanzas a
cuenta de los tópicos que Europa alimenta sobre
los de la raza del muchacho: es mentira que los
hombres amarillos lleven uñas de bruja y negra
coleta; es mentira que las mujeres calcen zapatos
diminutos para que no les crezcan los pies, que
se desprendan de los recién nacidos lanzándolos
a los torrentes, Seguir leyendo en pdf