15 dic 2012


Con demasiada frecuencia se nos olvida.

Que la vida es un viaje, por más que lo iniciáramos en la inconsciencia de la primera infancia y muchas de sus etapas se nos difuminen por el sopor de la monotonía. Pero eso no resta crédito a la autenticidad de nuestro periplo a través de los años, a nuestra querencia hacia esos paisajes en los que deseamos echar un ancla definitiva, por más que sean decorados móviles de este paseo en el que nada en absoluto
,
cuánto menos el éxito o el fracaso, caras de una misma moneda que enseguida cambia de mano y que apenas sirve para subir o bajar las poleas de una nueva tramoya. .Seguir leyendo en pdf

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