He cambiado el pincho de tortilla de media mañana por una manzana golden, redonda y aburrida. Lo reconozco: estoy empeñado en quitarme esos kilos de más que, a mis cuarenta y tres, se empeñan en rodearme la cintura.
Una vez que he colocado la manzana junto a mi ordenador, han comenzado a lloverme consejos de los compañeros de oficina. Aquí, quien menos ha probado el método de la alcachofa, el del vaso de agua caliente antes de cada comida, el régimen macrobiótico y hasta la ingesta de algas de río.
Seguir leyendo...
Seguir leyendo...