La abulia,
consecuencia del pesimismo, es un veneno para la voluntad, pues la convierte en
un globo desinflado, en un balón sin aire que no sirve para nada, cuando es el
arranque del espíritu con el que afrontamos los requiebros que la vida nos
plantea, la única herramienta con la que el hombre llega a concluir las
grandezas que le hacen digno. Creo en el poder de la voluntad –podríamos
llamarla empeño, trabajo, empecinamiento, apretura de dientes...- porque más
allá del talento, nos ayuda a saltar por encima de todas las dificultades.
Hope se llama el
niño que vagaba por los caminos rurales de algún rincón de Nigeria, condenado
al infierno por sus familiares y vecinos a causa de unas creencias supersticiosas
que apuntillan el mito del buen salvaje. Desnutrido, comido por los parásitos,
desnudo, golpeado, tratado peor que un perro sarnoso y enfermo de rabia, la estúpida
decisión de que estaba embrujado vestía su temprana infancia con la piel del
más repugnante de los demonios. ¿Sería a causa de la espuma de una epilepsia,
como en los tiempos evangélicos? ¿Sería que Hope hablaba en sueños?... ¿Por qué
puñetas le colgaron un sambenito tan inmundo?
La abulia,
consecuencia del pesimismo, habría abandonado a Hope para que se lo zamparan
las lombrices que anidaban en sus tripas. A fin de cuentas es un niño anónimo
en un continente de niños anónimos. Nosotros también nos abandonamos a nuestras
supersticiones, se justificarían los endebles con el tarot ante sus ojos, sin
considerar que Hope tuvo la fortuna de encontrarse con unos europeos de
voluntad de hierro, capaces no solo de liberarle de aquel interminable paseo
por un averno de lujuriosas selvas y frutas jugosas que no estaban al alcance
de su mano diminuta, sino de contar su desgracia al mundo como otros nos han
contado la de los albinos de raza negra, la de las niñas sometidas a la
ablación o -sin necesidad de recurrir a lo asombroso- la de los críos que
sobreviven en las calles como espíritus andrajosos, walkingdeads sin cámaras ni temporadas.
Hope ha recibido
transfusiones en el hospital, cuentan las noticias. Hope ha sanado de los
parásitos intestinales. Hope come sin que le hagan daño los alimentos. Hope
sonríe. Hope es otro ejemplo del maravilloso fruto de la voluntad.